sábado, 12 de marzo de 2011

LA TUMBA DE ALEJANDRO MAGNO


Uno de los mayores enigmas de la historia es el paradero de la tumba y los restos del gran Alejandro. Desde un punto de vista ortodoxo lo único demostrado es que falleció, oficialmente el 10 de junio del año 323 a.C. en Babilonia, por unas fiebres que le provocaron la muerte. Los restos embalsamados del faraón fueron trasladados a Egipto, tras ser interceptados de camino a Macedonia, por su gran amigo y general Ptolomeo, concretamente a Menfis.
Al parecer permaneció en una tumba en una capilla dentro del templo del Serapeo de Saqqara, en la necrópolis menfita preparada para el último faraón egipcio, Nectabeo II, redescubierta por Mariette en 1850, desde donde fue trasladada a otra tumba en Alejandría, en tiempos de Ptolomeo II, III o IV (el historiador romano Estrabón, visitó la ciudad en el 30 a.C., señalando que el Soma, "que tiene un recinto donde están las tumbas de los reyes y la de Alejandro"). En 1798 en la expedición de Napoleón se descubrió un sarcófago que años después, tras descifrar Champollion los jeroglíficos, que perteneció a Nectabeo II y que los lugareños otorgaban a Alejandro (actualmente en el Museo Británico de Londrés).
Y luego ¿qué?. Parece demostrado que Julio Cesar y Octavio, entre otros visitaron sus restos, que fueron trasladados dentro de la misma Alejandría, a un edificio monumental. De Octavio se cuenta que una vez su llegado a Alejandría, tras derrotar a Cleopatra y Marco Antonio, hizo la más famosa visita a la tumba de Alejandro. Ordenó que le sacaran el sarcófago de la cámara funeraria para coronar a la momia, como anécdota se cuenta que le rompió la nariz de forma involuntaria.
Entre los siglos III y IV tras las revueltas religiosas, donde fue asesinada Hipatia, parece perderse el rastro, y es aquí donde comienza la leyenda. Desde Schliemann hasta Hawass, pasando por el mismísimo Howard Carter, todos los grandes historiadores, arqueólogos y egiptólogos que se han preciado de serlo, han buscado la tumba o propuesto una tesis. Las hay para todos los gustos, desde que sigue en Alejandría, que estuvo en el oasis de Siwa, que fue destruida en las revueltas, hasta que está en Jerusalem (N. Saunders). La más reciente nos llega de la mano de un gran escritor de perfil histórico, Valerio Manfredi, que sitúa la tumba en el cementerio latino de Alejandría, los restos desaparecieron. En mi opinión, todas ellas son más o menos verosímiles, no obstante,  en el colmo de la imaginación, los restos del gran Alejandro reposan en una tumba enterrada en algún misterioso lugar de Egipto junto a las de Cleopatra y Marco Antonio, pero eso es otra historia…..

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