domingo, 29 de abril de 2012

El Decumano Máximo de Cartago Nova


     La construcción de la calzada principal que recorría la ciudad desde el puerto al foro, de este a oeste se fecha en el siglo I d. C, sin embargo, buena parte del enlosado, junto con los restos de las termas y porticado, corresponderían a los siglos IV-V d. C, como fruto de una renovación tardía. Bajo la calzada se localiza un alcantarillado central, que recogía los canales de desagüe de las construcciones vecinas.

     Tres metros de diversos materiales ocultaron  esta joya arquitectónica, el tiempo hizo el resto….

     En 1968, las labores de demolición del cuartel de la Guardia Civil y las obras de construcción de un edificio en la Plaza de los Tres Reyes fueron la causa del descubrimiento del Decumano. El arquitecto, y en ese momento Director del Museo Arqueológico Municipal, Pedro San Martín Moro, fue el encargado de la construcción del actual edificio, que apoya sus cimientos sobre los restos arqueológicos. En un momento en el que la arqueología y la conservación del patrimonio no gozaban de la solidaridad ciudadana ni de la protección legal actual, es de agradecer que se llevara a cabo una tarea que fue pionera en la Región de Murcia, como fue la conservación íntegra de los restos encontrados pese a la posterior edificación del inmueble superior. La forma de colocar los pilares, el exquisito decoro a la hora de levantar los cimientos y la adecuación de los restos al espacio disponible hacen de la Plaza de los Tres Reyes un enclave arqueológico de primera magnitud.

     En 2003 un proyecto de musealización permitió la apertura al público de este espacio de unos cien metros cuadrados. Las obras de adecuación del yacimiento fueron realizadas por el arquitecto Andrés Cánovas permitiendo su acceso. Unas escaleras situadas en la Calle Honda permiten el acceso a un recinto que ha estado al aire libre y al ser cubierto por una cúpula de cristal ha favorecido la conservación de los restos.

sábado, 7 de abril de 2012

"Cerca e trova". La Batalla de Anghiari de Leonardo da Vinci.

     Quiero traer a colación una historia maravillosa que escuché el otro día en voz de Jesús Callejo en el programa de radio de culto “La Rosa de los Vientos”, y que ha pasado demasiado inadvertida por mor de los acontecimientos con los que nos intentan amargar la vida.
      En el año 1503 el Gobierno de Florencia, a través Piero Soderini, propuso a Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci un encargo muy especial, que cada uno plasmase en una de las dos paredes opuestas del Salón de los Quinientos del Palacio Vecchio florentino un fresco de unas dimensiones de 17x7 metros de una batalla conmemorativa de tan digno Estado. Leonardo eligió la “Batalla de Anghiari” y Miguel Ángel la “Batalla de “Cascina" (de 1364). Nada más iniciado tan peculiar embate artístico, Miguel Ángel declinó el reto para emprender el proyecto del Mausoleo del Papa Julio II (el del Moisés de San Pietro in Vincoli en Roma) y de la obra de Leonardo nunca más se supo.
      Cual libro de Dan Brown, el investigador italiano, Maurizio Seracini, después de 30 años buscando el fresco perdido de Leonardo, andaba analizando la obra y vida del artista renacentista Giorgio Vasari, biógrafo de Leonardo, del cual fue un admirador y seguidor en vida. Seracini estudiaba el fresco de Vasari, la Batalla de Scannagallo, que está en el antes citado Salón de los Quinientos del palacio florentino cuando se empezó a plantearse una duda, ¿cómo Vasari podría haber borrado o pintado encima de un fresco de Leonardo tal era su devoción por el artista florentino?. No olvidemos el misterio y leyenda que siempre ha existido detrás de dicha obra, perdida, sin embargo ... real, puesto que se ha teorizado que la obra de Rubens de igual título de 1603, que podemos ver en el Louvre, fue copiada de la original de Leonardo.
      Aquí termina la historia y comienza la novela, Seracini analizando el fresco de Vasari observó en la obra, y a doce metros de altura, como uno de los soldados portaba un estandarte, que contenía un enigmático mensaje en italiano, “cerca e trova” (el que busca encuentra)…. ahí estaba la pista que desde el pasado de concedía Vasari, ahora le tocaba a él tirar del hilo, y así lo hizo. Solicitó un permiso para poder hacer un agujero e introducir una sonda y … cual Howard Carter descubrió “cosas maravillosas”. Todo apunta a que los pigmentos recogidos y analizados de detrás de la pared del fresco de Vasari, son de la obra perdida de Leonardo, que fue respetada y tapiada pero no destruida.