sábado, 12 de octubre de 2013

El nacimiento de Ciudadano Welles


Se estrena en Italia 'Too much Johnson', la primera gran obra audiovisual de Orson Welles, cuyo hallazgo convulsionó en verano a los historiadores

LUCIA MAGI

"¿Cómo lo has rodado?",  le pregunta atento el también director e historiador Peter Bogdanovich a Orson Welles en mitad de los sesenta. "Me hice con una cámara para cine mudo y simplemente empecé a dar vueltas a la manivela. Fue una gran diversión". Welles hablaba de Too much Johnson, extravagante comedia de sketches realizada en 1938, pero nunca proyectada en público. Ahora se verá en las Jornadas del cine mudo de Pordenone, pequeña ciudad del norte de Italia. Se pensaba que aquel primer paso en el séptimo arte del director que lo cambió para siempre con Ciudadano Kane había quedado hecho cenizas en el incendio de su casa de Madrid en 1970, según decía él mismo. Pero hace un año, los responsables del cineclub Cinemazero, de Pordenone, se dieron cuenta de que aquellos rollos malolientes que guardaban en el sótano eran el santo grial del cine. Habían llegado allí desde el almacén de una empresa local de mudanzas. El creador de Fraude, que se deleitaba con enigmas y juegos de prestidigitación, hubiera quedado fascinado por el torcido destino de su primera labor tras la cámara. Al verla, con el acompañamiento musical, queda claro que tanto él como los actores se lo pasaron genial rodándola.
Se trata de 66 minutos de imágenes a velocidad acelerada, una pantomima rica de persecuciones, equívocos, vaivenes, piruetas, patadas, caídas, carreras, miradas furiosas, abrazos robados y gestos exasperados típicos de las comedias mudas. "No es una obra maestra, ni una película. Pero contiene en ciernes los elementos que impregnan la producción de Welles", evalúa Paolo Cherchi Usai, entre los fundadores del festival de Pordenone.
Welles (1915-1985) rodó Too much Johnson cuatro años después de The hearts of age —un cortometraje bastante rudimental, casi un ejercicio, realizado con sus amigos para tomar el pelo a las obras de la vanguardia europea como El gabinete del doctor Caligari— y tres años antes de su debut en Hollywood con Ciudadano Kane. En 1938, el artista vivía en Nueva York y gozaba de cierta fama. Se dividía entre sus populares programas de radio y la gestión del Mercury Theatre. Pensó llevar al escenario una farsa escrita en 1984 por William Gilette. La trama es un embrollo de diálogos, cambios de personalidad, traiciones y celos. Para acortar los diálogos permitiendo al espectador seguir la historia, Welles pensó rodar una película muda dividida en tres partes, así como un prólogo que debía proyectarse antes de cada acto.
El rodaje tuvo lugar a principios de agosto, en un mercado de carne y verduras de Manhatthan. Augustus Billings, interpretado por Joseph Cotton, es el amante de Clairette, que le conoce como Mr. Johnson. El marido de ella casi les pilla en faena y empieza a perseguirle por los tejados de la ciudad. Una muchedumbre de ciudadanos curiosos siguió la filmación: "Estaban preocupados. Una semana antes del rodaje, un señor se había tirado de aquel tejado. Llamaron la policía. Welles tuvo que interrumpir su trabajo, bajar y explicar que Cotten no tenía manías suicidas, sino que estaban rodando una cómica a la vieja manera", le cita Cherchi Usai.
Welles abandonó el proyecto y nunca terminó el montaje: los derechos cinematográficos de la pieza ya estaban vendidos y el teatro elegido para el estreno, el Stony Creek de Connecticut, no estaba equipado como sala de cine. Too much Johnson se quedó en un espectáculo de teatro. Ni siquiera obtuvo críticas positivas. Pero Katharine Hepburn fue a verlo y se quedó tan fascinada con Joseph Cotten, en un personaje ligero, que lo contrató para Historias de Filadelfia. El papel de Cotten en Broadway pasó a Cary Grant cuando la obra se trasladó a la gran pantalla.
"Este material", comenta Cherchi Usai, que acompañó con explicaciones la proyección en el teatro Verdi, "testifica el nacimiento de un estilo, de una firma. Viéndolo queda claro algo que antes se desconocía: la manera de Welles de enfocar a sus actores desde arriba o desde abajo, otorgando una solemne monumentalidad, no es algo que invente el director de la fotografía de Ciudadano Kane, Gregg Toland, sino que es fruto del propio Welles. Esta película captura el momento en el cual Welles se enamora del cine. Desde Too much Johnson no hay vuelta atrás. Su vida es el cine".
En las secuencias centrales, de la persecución entre el amante y el marido celoso, Mr. Genius (como le llamaban algunos periódicos de la época) cosecha a manos llenas del burlesque, de la comicidad algo simplona y exasperada de Mack Sennett de la productora Keystone. "Pero Welles pone algo más y demuestra vivir su tiempo", comenta Fabio Ferzetti, de Il Messaggero. "La secuencia de amor que abre el filme es una joya surrealista, bastante explícita con aquellos suspiros, los ojos que revolotean y la tormenta de viento que despeina a los actores y mueve las plantas, como metáfora de la pasión".
La proyección de Too much Johnson es el final feliz de una larga historia que mezcla azar, pasión y sabiduría. Todo lo que tiene que ver con Welles queda suspendido entre mito y realidad. Esta vez, lo increíble ocurrió de verdad. "Y gracias a decenas de héroes desconocidos", se emociona Piero Colussi, de CinemaZero y fundador de las jornadas. "A ellos se debe el milagro de la sesión de esta noche".
Desde el Olimpo del cine, allí donde siguen viviendo los mitos, el ciudadano Welles estará mirando hacia abajo. Y sonreirá.





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