Mau clasificó
la pintura pompeyana en cuatro estilos, según los cuadros figurativos, pese a
que habían sido sacados de su entorno y trasladados a museos. La definición de
muchas de sus características dependía evidentemente de la estancia en las que
se enmarcaban, perdiendo todo su significado y existencia sin su interacción.
El I estilo o de incrustaciones es de origen helenístico, difundido por el
mediterráneo desde el siglo V a.C. La
Casa Samnita en Herculano (nº5) se encuadra en este estilo y se data desde
la segunda mitad del siglo II hasta principios del siglo I a.C. Se trata de una
estructura mural mediante estuco en relieve o pintado, con un zócalo de color
amarillo, seguido de una zona media formada por ortostatos violetas, amarillos,
verdes o imitando mármoles y una parte superior con hileras de sillares a soga
y tizón también imitando a mármoles. En este caso sin representaciones
figuradas.
El II estilo o estilo arquitectónico, se
caracteriza por la pérdida del relieve y la única reproducción sobre pintura.
Aparece en el año 100 a.C,
en la Casa de los Grifos de Roma, diferenciándose del estilo anterior y del
siguiente. La novedad de este estilo es la aparición de la perspectiva, que
permiten distinguir numerosos planos ficticios, apareciendo puertas como en el
caso de La Domus Augusta en Roma
(nº4), concretamente la pintura que se encuentra en la denominada
"Habitación de las Máscaras". Una evolución que presenta esa riqueza
visual e imaginativa con la incorporación de elementos arquitectónicos
figurados, pese a que en esta sí observamos ya columnas. Se aprecia las
máscaras mitológicas, que caracterizan hacia el 40 a.C. un estilo más
figurativo.
El III estilo o estilo ornamental, se
caracteriza por la aparición de los sistemas cerrados, no produciéndose un
cambio drástico con el anterior, sino
una amalgama de estilos de transición, manifestándose en el estilo
candelabro y en un cierto conservadurismo manteniéndose las arquitecturas
derivadas del estilo anterior. Los elementos pues heredados sufren un
importante cambio de ornamentación, adornándose las columnas con todo tipo de
motivos vegetales, instrumentos musicales y máscaras, enmarcando en el edículo
central un cuadro figurado, como el caso del Tablino de la Casa de Lucrecia (nº2), del Siglo IV.
El IV estilo o estilo fantástico, es una
síntesis de los anteriores, se inicia, tras los últimos datos arqueológicos,
antes del terremoto del año 62, entre el 40 y 45. No es un fenómeno uniforme
sino hay que considerarlo como diferentes expresiones que ofrecía la gama de
posibilidades del anterior. Un buen ejemplo es el Ala de la Casa de los Vetti (nº3), donde las paredes están
concebidas como si tuvieran delante tapices o cortinas. Presencia de pequeños
edículos pintados.
Aunque el
estilo desaparece con Pompeya, en realidad las nuevas formas en que se
manifiesta la última fase continuarán durante los primeros decenios del siglo
II, retornando en el siglo IV las arquitecturas en perspectiva y las
megalografías, imitación de lo real, como reacción a la abstracción precedente,
así encontramos un buen ejemplo en la Domus
del Celio en Roma una procesión de servidores, los “dapofori” (nº1). Esta
presencia ficticia de personajes la encontramos también en la sala de culto
imperial de Luxor.
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