miércoles, 3 de abril de 2013

LOS ESTILOS POMPEYANOS




Mau clasificó la pintura pompeyana en cuatro estilos, según los cuadros figurativos, pese a que habían sido sacados de su entorno y trasladados a museos. La definición de muchas de sus características dependía evidentemente de la estancia en las que se enmarcaban, perdiendo todo su significado y existencia sin su interacción.




El I estilo o de incrustaciones es de origen helenístico, difundido por el mediterráneo desde el siglo V a.C. La Casa Samnita en Herculano (nº5) se encuadra en este estilo y se data desde la segunda mitad del siglo II hasta principios del siglo I a.C. Se trata de una estructura mural mediante estuco en relieve o pintado, con un zócalo de color amarillo, seguido de una zona media formada por ortostatos violetas, amarillos, verdes o imitando mármoles y una parte superior con hileras de sillares a soga y tizón también imitando a mármoles. En este caso sin representaciones figuradas.

El II estilo o estilo arquitectónico, se caracteriza por la pérdida del relieve y la única reproducción sobre pintura. Aparece en el año 100 a.C, en la Casa de los Grifos de Roma, diferenciándose del estilo anterior y del siguiente. La novedad de este estilo es la aparición de la perspectiva, que permiten distinguir numerosos planos ficticios, apareciendo puertas como en el caso de La Domus Augusta en Roma (nº4), concretamente la pintura que se encuentra en la denominada "Habitación de las Máscaras". Una evolución que presenta esa riqueza visual e imaginativa con la incorporación de elementos arquitectónicos figurados, pese a que en esta sí observamos ya columnas. Se aprecia las máscaras mitológicas, que caracterizan hacia el 40 a.C. un estilo más figurativo.

El III estilo o estilo ornamental, se caracteriza por la aparición de los sistemas cerrados, no produciéndose un cambio drástico con el anterior, sino  una amalgama de estilos de transición, manifestándose en el estilo candelabro y en un cierto conservadurismo manteniéndose las arquitecturas derivadas del estilo anterior. Los elementos pues heredados sufren un importante cambio de ornamentación, adornándose las columnas con todo tipo de motivos vegetales, instrumentos musicales y máscaras, enmarcando en el edículo central un cuadro figurado, como el caso del Tablino de la Casa de Lucrecia (nº2), del Siglo IV.

El IV estilo o estilo fantástico, es una síntesis de los anteriores, se inicia, tras los últimos datos arqueológicos, antes del terremoto del año 62, entre el 40 y 45. No es un fenómeno uniforme sino hay que considerarlo como diferentes expresiones que ofrecía la gama de posibilidades del anterior. Un buen ejemplo es el Ala de la Casa de los Vetti (nº3), donde las paredes están concebidas como si tuvieran delante tapices o cortinas. Presencia de pequeños edículos pintados.
Aunque el estilo desaparece con Pompeya, en realidad las nuevas formas en que se manifiesta la última fase continuarán durante los primeros decenios del siglo II, retornando en el siglo IV las arquitecturas en perspectiva y las megalografías, imitación de lo real, como reacción a la abstracción precedente, así encontramos un buen ejemplo en la Domus del Celio en Roma una procesión de servidores, los “dapofori” (nº1). Esta presencia ficticia de personajes la encontramos también en la sala de culto imperial de Luxor.

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