martes, 26 de abril de 2011

Nueva exposición en Londrés de Heracles a Alejandro.

Guillermo Ximenis (EFE). Londres
Muchos de los tesoros de la dinastía de reyes macedonios a la que perteneció Alejandro Magno, el monarca que en el siglo IV a.C. conquistó la mayor parte del mundo conocido, y que hasta ahora no habían salido de Grecia, se muestran en primicia mundial en El Ashmolean Museum de Oxford (Reino Unido).

La exposición, abierta hasta el 29 de agosto, reúne más de quinientos objetos de oro, plata y bronce encontrados recientemente en las excavaciones de la necrópolis y el palacio de Aegae, actual Vergina (Grecia) y capital del antiguo reino de Macedonia, la principal potencia griega en los inicios el periodo helenístico.

Los últimos hallazgos arqueológicos obligan a «reescribir la historia de la antigua Grecia», proclaman los responsables de la muestra, y permiten conocer de primera mano el relato de una dinastía que se proclamó descendiente del mítico Heracles y dio dos grandes héroes del periodo clásico de la antigüedad, Filipo II y su hijo, Alejandro Magno.

El profesor de Historia Antigua de la universidad de Oxford Robin Lane hizo de maestro de ceremonias en la presentación de esta colección de piezas, algunas de las cuales, reconoció, le hicieron «llorar» la primera vez que pudo contemplarlas.

Entre los tesoros expuestos en Oxford, con la colaboración del ministerio griego de Cultura y Turismo, se encuentra una de las pocas imágenes de Alejandro que el mismo rey pudo contemplar antes de su muerte, un busto datado alrededor del año 300 a.C.

La mayoría de las piezas reunidas son objetos personales de los monarcas encontrados en sus propias tumbas, y abarcan un periodo comprendido entre el siglo 13 a.C. y la etapa en la que gobernaron los hijos del gran emperador macedonio.

Una vajilla de plata rescatada de la tumba de Filipo II permite imaginar el aspecto de los banquetes que se celebraban en el palacio del monarca que invitó al filósofo Aristóteles a hacerse cargo de la educación de su hijo Alejandro.

«Filipo era el gobernante iluminado que imaginaba Platón en su República, y por su corte pasaron los mayores intelectuales del momento. Él y su hijo cambiaron el mundo extendiendo la cultura helénica, la cuna de la democracia», afirmó Angeliki Kottaridi, responsable de la excavación en Aegae durante los últimos veinte años.

Los objetos femeninos que aparecieron en la necrópolis de la actual Vergina permiten inferir que la mujer no estaba relegada a un papel secundario en el reino macedonio de la época, sino que ejercía un poder en la más alta jerarquía religiosa, explicó Kottaridi.

Una de las pocas tumbas de la zona que ha permanecido intacta durante decenas de siglos es la de una mujer bautizada por los arqueólogos como la 'Dama de Aegae', probablemente la madre de Alejandro I.

Entre sus objetos personales había diademas, pendientes y falsos cabellos rubios fabricados en oro, así como numerosos frascos de perfume, pero también utensilios propios del oficio del sacerdocio.

Uno de los mayores tesoros recuperados en Aegae es el gran palacio que construyó Filipo II, en el que se utilizaron por primera vez técnicas arquitectónicas que estuvieron vigentes hasta la Edad Media, y que el profesor de Oxford Robin Lane calificó «el edificio más importante de grecia después del Partenón».

Aunque gran parte del edificio recuperado permanece en Grecia, los visitantes del museo Ashmolean pueden contemplar algunos de los capitales del palacio y piezas de su tejado.

El trabajo arqueológico en la antigua Aegae comenzó en el siglo XIX, y cobró un nuevo impulso en 1977, cuando se identificó la tumba de Filipo II, aunque la parte de la ciudad desenterrada hasta el momento no llega más que al cinco por ciento, señaló Kottaridi.

Preguntada por uno de los mayores retos pendientes de la arqueología moderna, la tumba de Alejandro Magno, la arqueóloga se mostró convencida de que el rey macedonio fue enterrado en Alejandría, la ciudad que él mismo fundó en el delta del Nilo tras derrotar a los persas en Egipto, aunque aseguró que será difícil identificarla, dadas las destrucciones que sufrió la ciudad a lo largo de la historia. 
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