De acuerdo con el fondo, que no con las formas desde que se decidió desmontar el campamento después de las elecciones del 22 de mayo pasado, el movimiento necesita un giro, una reinvención. El empecinamiento de unos cuantos ha provocado la retirada del apoyo, el desinterés e incluso la decepción de la clase media, valedora de la existencia del fenómeno en las primeras fechas. La autocrítica debe insistir en la búsqueda de alternativas al olvido inminente que se está produciendo del movimiento. Dos reflexiones, Gandhi tardó más de 40 años en lograr la independencia de La India estando ocupada por una potencia extranjera, bajo los ideales de la no violencia, y una segunda, el ser humano necesita líderes victoriosos a los que seguir, en los que reflejarse y parapetarse, la impersonalidad del movimiento en su inicio, debe dar paso a la elección de entre los iguales de aquellos que se erigirán primero en líderes y quizás luego en pseudo-mártires. El camino hacia el éxito pasa por estos y otros muchos pasos, que deberán darse, sin prisa pero sin pausa, porque el enemigo es casi invencible, el sistema.